La ciencia ha descubierto que el sonido viaja a través del aire desde el
punto donde emana, a la asombrosa velocidad de 331 metros (1083 pies)
por segundo, actuando sobre las estructuras moleculares existentes en la
atmósfera, alterando sus frecuencias vibratorias en un modelo en onda,
después de lo cual es recibido por los órganos auditivos de una persona y
es interpretado por la mente consciente. ¡Esta es en realidad una
verdadera proeza¡
Sin embargo, las palabras habladas que son
llevadas como ondas sonoras hacia otra persona poseen un poder aún más
asombroso. Una vez que son interpretadas por la mente de la persona
receptora -con mayor velocidad que la del sonido- esas palabras son
transmitidas al corazón y al alma. Y, ¡cuanto poder pueden tener esas
palabras¡
Las palabras pueden sosegar una mente preocupada:
ofrecen guía e iluminación; ayudan a compartir ideas y conocimiento;
animan y vivifican.
Por otra parte, las palabras pueden causar
confusión y discordia. Pueden herir el amor propio, degradar y
desestabilizar al ser interno. En suma, las palabras habladas en forma
consciente pueden crear una polaridad ya sea positiva o negativa no sólo
en los demás, sino también en nosotros mismos.
Las palabras - Vibraciones Poderosas
En el mundo actual, es fácil
quedar atrapado en las vibraciones confusas y perplejas de nuestra
tumultuosa época. A menudo se interrumpe nuestra paz interior y es muy
dificil lograr equilibrio emocional. Todos nosotros, en un momento u
otro, nos hemos sentido irritados por las condiciones externas y hemos
hablado en forma brusca y airada a otras personas. En la mayoría de los
casos esta es una reacción del momento, puesto que esas palabras airadas
son expresadas en forma espontánea, sin pensar, y no son necesariamente
un reflejo de la forma de hablar de la persona, sino de su conflicto
interno al intentar conservar la paz y la armonía.
Pero, ¿y qué
de las palabras que expresamos premeditadas y conscientemente? ¿Son
sopesadas con cuidado teniendo en cuenta los sentimientos de otras
personas? ¿Son iluminadoras y compasivas, o ignorantes y egoistas?
¿Crean armonía o discordia? ¿Son palabras de verdadera comprensión o son
el producto del chismorreo y de la critica?
La murmuración, aún
la "inocente" y "bien intencionada", es por lo general el resultado de
ignorar la verdad sobre determinada situación, y usualmente
injustificada. Se edifica sobre juicios erróneos, por la intervención de
desconfianzas y suposiciones, y muy rara vez da como resultado la
creación de una polaridad positiva.
Así como los átomos
contenidos en el aire chocan y aceleran la vibración es una onda de
sonidos, así también las palabras intrigosas se expanden en proporción,
siguen su curso y, ¿con qué finalidad? cuando las palabras son
tergiversadas y los pensamientos mal interpretados, la privacidad se ve
invadida, se pierde la confianza, la fe es traicionada y se rompe la
amistad.
Cuando las personas objeto de las intrigas escuchan las
palabras que se dicen de ellas -y siempre llegan a sus oidos, porque así
como rebota el eco una onda sonido, así rebotan las palabras
intrigantes- se desarrollan sentimientos de autodegradación , cólera y
desconfianza, mientras la confusión y la desarmonía reinan supremas. Si
las palabras que hablamos producen tales efectos, ¿somos en realidad
dignos maestros de la iluminación?
La Crítica Negativa
Por
la misma razón, las palabras de crítica producen efectos negativos
similares, pero de una manera más directa y compleja. Las palabras de
censura que van dirigidas a una persona o a un grupo de personas,
especialmente cuando son pronunciadas de manera consciente y acerba, no
son sólo producto de la ignorancia y de un juicio erróneo sino, por lo
general, representan más al punto de vista del propio ser interno de
quien las profiere, que de aquél a quien se dirige. El Cretiqueo tiene
con frecuencia una naturaleza dual, pues refleja autorectitud o
desprecio de sí mismo. No sólo crean desarmonía en los demás, sino
también en nuestro propio ser. La crítica constructiva puede producir
algunas veces efecto positivo, pero cuando no es solicitada causa cierto
grado de confusión interna. Pero, ¿cuál es la causa de que una persona
crítique a otros? Es muy posible que a esa persona se le hayan dirigido
alguna vez palabras de crítica que le produjeron un efecto adverso; tal
vez fueron palabras que se repitieron una y otra vez, por lo cual
quedaron cruelmente implantadas en su propia mente, corazón y alma....
un ciclo de palabras que con el tiempo perpetúan pensamientos y acciones
negativos.
Si hemos de crear una polaridad positiva con las
palabras que dirigimos a los demás, debemos cuestionar nuestro propio
ser interno. cuando una persona desea hacer un examen de conciencia y
viene a nosotros en busca de consejo, o cuando nosotros queremos
hacernos un examen de coenciencia y solicitamos el consejo de otro, ¿son
las palabras que se dicen beneficiosas y edificantes, o egoístas y
carentes de comprensión? ¿mantenemos en secreto la lucha interna de la
otra persona, o violamos su confianza repetiendo su problema a otros por
exaltarnos?
El alma interna que brilla en la luz de la fuerza
vital de todos nosotros, es perfecta. Cuando hablamos a otra
Ama-Personalidad, ¿aumentan nuestras palabras la luz interior de esa
persona, o intenta extinguirla? ¿Reconocemos la perfección en todos los
seres y en nosotros mismos, o albergamos pensamientos y generamos
palabras con los cuales una persona puede sentirse perturbada, perder el
equilibrio y el orden perfecto, y fomentan una polaridad negativa?
Las
palabras que pronunciamos transmiten una vibración mucho más poderosa
de lo que pensamos, porque implantan imágenes en la mente; forman ideas o
pensamientos que general acción y afectan el desarrollo. Puesto que
todos nos aferramos por una existencia positiva de paz interna y
externa, es indudable que nuestras palabras tienen que generar, de una
manera positiva, atributos tales como confianza en sí mismo, paz mental,
total armonía y equilibrio en todos los aspectos de nuestro ser.
Entonces estableceremos una polaridad positiva no sólo en los demás,
sino en nosotros mismos y en el Cósmico.