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martes, 31 de julio de 2012

La Verdad de la Afluencia

En una época cuando el mundo enfrenta el espectro lúgubre de la escasez, hay una gran necesidad de comprender la omnipresencia de la sustancia divina. Existe poca duda de que las personas pueden fallar y hasta pasar hambre en su experiencia de vida. Pero la gran verdad de la “realidad de la afluencia” es que existe una abundancia legítima para cada persona, la cual debemos reclamar, y que la escasez de cualquier tipo en la experiencia humana es resultado de algún tipo de obstrucción en el libre fluir del proceso creativo.
         Lao-Tsé enseñó este concepto del fluir hace más de 3000 años. Él declaró que el espíritu humano tiene su fuente en un fluir cósmico, así como los ríos tienen su fuente en alguna montaña lejana. Encontrar nuestra fuente, dijo él, es aprender el secreto del cielo y la Tierra. La vida sólo te pide que fluyas con ella, que no opongas resistencia a su avance inexorable, que no te arrastres a rincones oscuros de insuficiencia ni erijas barreras. De aquí que el secreto de la prosperidad y del éxito es que éstos vienen a ti por medio de ti y no solamente a ti.
         Por supuesto, esto contradice a la “sabiduría del mundo”, que pregunta: ¿Deseas ganar dinero, llevar una buena vida, lograr seguridad y obtener fama y fortuna? Puedes lograrlo “allá afuera” en el mercado. Por supuesto, pronto aprendes que muchas otras personas están buscando frenéticamente allá afuera por las mismas frutas. Hasta puedes llegar a sentir la presión de la competencia y de la visión limitada de que el éxito de otro es tu fracaso, y que la ganancia de otro es tu pérdida.
         Por eso es que Emerson insiste en que debes “olvidar la sabiduría del mundo”, porque ésta trata con lo que es aparente, no con lo real. “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24). Pareciera que la prosperidad es simplemente un asunto de tener dinero. Pero la Verdad es que es estar en el fluir de la sustancia.
         La prosperidad no es simplemente tener mucho dinero. Es tener una conciencia del fluir de la sustancia. La verdadera “conciencia de prosperidad” está abierta consistentemente al fluir, atrae oportunidades tanto de dar como de recibir, dirige con sabiduría el uso de la sustancia y permanece libre de su carga. Un recordatorio importante: Si te preocupa tener o no tener dinero, no estás en el fluir.
         ¿Qué es el éxito? Desafortunadamente hemos lo hemos igualado con cargos en el trabajo y con acumulaciones. Hemos pensado que el éxito está en un peldaño particular en la escalera corporativa o en la admiración del mundo. Ésta es una ilusión errónea. El éxito no es solamente “llegar allí”. Es ganarse el derecho de estar allí. Es permanecer en el fluir del proceso creativo.
         El impulso para el éxito es fundamental en el sueño americano. En nuestro idealismo adorado, creemos que cualquiera puede llegar a la cima. Desafortunadamente, esto ha dado lugar al sentimiento de que todo el mundo ha de querer hacerlo, y al juicio de que cualquier cosa aparte del “éxito” es un fracaso. La paradoja es que en una cultura que está orientada casi totalmente hacia el éxito, existe una conciencia latente de fracaso. Porque, ¿cuánto espacio hay en la cima? Esto es lo que podemos llamar “el síndrome del éxito”.
         Por ejemplo, quienes desean llevar una vida de creatividad y significado se sienten casi avergonzados de admitir que han estado en el mismo trabajo por veinte años. Las personas piensan y a veces dicen: “¿Todavía tienes el mismo trabajo? ¿Qué pasa contigo?” Es verdad, puede que les falte ambición. Mas también podría ser que están donde están porque les gusta lo que hacen. Tal vez tomaron la decisión consciente de resistir las presiones de buscar el “Santo grial” o éxito material, dando prioridad a la calidad de trabajo que hacen y a la clase de vida que tienen con sus familias.
         Impulsadas por el “síndrome del éxito”, muchas personas fijan su vista en hacer mucho dinero. Existen solamente dos maneras de “hacer dinero”: (1) Trabajar en la casa de la moneda o (2) convertirse en falsificador. La urgencia de hacer dinero es una respuesta humana al instinto adquisitivo, pero es también una manera segura de salirse del fluir de la sustancia universal. Podemos tener éxito atando nuestra autoimagen a una opulencia ilusoria y edificar nuestra vida alrededor de la piscina de aguas estancadas del materialismo, mas en términos de plenitud en la vida, estamos fuera del fluir. Por eso puede ser que Salomón dijo: “Sobre todo lo que posees, ¡adquiere inteligencia!” (Pr. 4:7).
         Uno de los grandes fundamentos del “fluir de la vida” es la realidad de la afluencia. La palabraafluencia es utilizada normalmente en un contexto relativo a cosas: casas, automóviles, dinero —materialidad en general. En realidad, ésta es una corrupción del verdadero significado de la palabra. Él significado es “afluir”. La misma corrupción se encuentra en el uso de la palabra dinero o circulante. Lo utilizamos en referencia al dinero en cantidad o el dinero en cuentas bancarias. Pero el dinero o circulante, implica fluir. Ciertamente el dinero no tiene poder sino en su uso.
         Cuando entras a la conciencia del fluir del proceso creativo en ti, tu vida gozará de una constante guía interna, la cual te conducirá a un sentido profundo de significado y, de manera incidental, a medida que ésta fluye, te llevará a los automóviles, las casas y el dinero que son parte de este significado —pero sin que ninguno de ellos se convierta en la meta de tu vida, sino en una experiencia gozosa del libre fluir.
          Las enseñanzas de Jesús engloban este mensaje, aunque éste ha sido oscurecido por la falta de comprensión en el proceso de lo interno a lo externo. Él dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios… y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:33). Él no habla de un sitio físico, sino de una profundidad de conciencia. El reino de Dios es el fluir universal en ti. Es la única gran realidad detrás de toda apariencia.
         Colócate en medio de la corriente, dice Emerson, y serás impelido sin esfuerzo a una “satisfacción correcta y perfecta”. Esta corriente de vida es la única realidad. Saber que estás en el fluir de esta corriente es la base de la fe y la clave para el único tipo de seguridad que puedas conocer. Esta corriente que fluye en ti no tiene otra intención sino fluir por medio de ti y como tú. Por eso Jesús dijo que al Padre le place daros el reino.
         No hay cabida en esta nueva comprensión para la antigua creencia de que la voluntad de Dios es escasez y limitación, o que es una bendición ser pobre. La bienaventuranza dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3). La implicación que se la ha dado es que la gente es bendecida en su pobreza, porque tendrán su recompensa en una experiencia futura en un lugar lejano con calles de oro. Esto es totalmente inconsistente con la dinámica de las enseñanzas de Jesús.
         “Pobres de espíritu” quiere decir “pobres en orgullo” o ricos en una actitud de humildad. Significa dejar ir el ego y la determinación voluntariosa de tener algo sin primero ser algo. Ser pobres de espíritu significa estar receptivos al fluir de bien de lo interno a lo externo. Y la promesa es: “Porque de ellos es el reino de los cielos”. Darás a luz a la posibilidad no nacida de la sustancia ilimitada que siempre está en ti.
         No has sido creado separado del universo. Eres una parte integral de él, un centro dinámico dentro de él. La totalidad de la sustancia universal está siempre en movimiento en y por medio de la “singularidad” que tú eres. Este fluir creativo te ha producido, perteneces a él y estás en él en un sentido más vital de sentir que él te pertenece. No es que simplemente lo heredas. Eres su expresión. El fluir libre de la sustancia en ti es la continuación del esfuerzo divino que te creó originalmente.

**Fuente oficial UNITY.org